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Nosotros

Ofertamos el servicio de una educación integral para niños y jóvenes de la ciudad, así como de las comunidades cercanas y lejanas del cantón Cañar y sus alrededores con el único fin que nos caracteriza como Lasallistas, transformar Vidas a través de la educación HUMANA y CRISTIANA de CALIDAD.

NUESTRA HISTORIA 132 Años Formando Lasallistas

Lo que hoy es la Unidad Educativa Fiscomisional La Salle, tiene como todas las cosas buenas de la vida, una conmovedora y sobre todo, motivadora historia detrás. La historia de la Comunidad de los Hermanos de Azogues, inicia con el sacerdote cuencano Julio María Matovelle, fundador de la congregación de Oblatos y Oblatas del Ecuador, quien se interesó vivamente en dotar a la ciudad de Azogues de una escuela, gestionando de manera activa para confiarla a los Hermanos de las Escuelas Cristianas. 

Escuela Purísimo Corazón de María

Los primeros Hermanos llegaron a Azogues el 11 de octubre de 1890, y fueron recibidos por el Gobernador y el Jefe Político de la ciudad. La acogida y la confianza de los padres de familia fueron inmediatas, y la cantidad de niños aumentó de manera inesperada, en la que más tarde se llamaría la Escuela “Purísimo Corazón de María”. Pero tres años después, en septiembre de 1893, un fuerte temblor tumbó la casa en donde se encontraba la institución educativa, y los Hermanos buscaron una casa provisional para transferir las clases. Aquí permanecieron durante algunos años hasta la reconstrucción de la escuela. 

Cuando todo parecía transcurrir de forma normal, lamentablemente el Gobierno de Eloy Alfaro declaró rota la ayuda económica y el contrato de los colegios particulares sostenidos por el Estado, lo que dio como resultado la nulidad del alquilamiento de la casa en la que funcionaba la escuela. De inmediato el Presidente del Consejo Municipal, teniendo conocimiento de la orden recibida de cerrar el establecimiento, impidió la salida de los Hermanos de la ciudad. Es así cómo el Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas fue repartido en las diferentes provincias del país, llevando como única moneda la educación de la infancia y la doctrina de la ciencia sobre la moral y el buen ejemplo. 

Debido a que el Gobierno no pagó el arriendo de la escuela, la Municipalidad tomó a su cargo el pago, y en un gran acto de buena fe, las propietarias de la casa provisional decidieron entregar su terreno a los Hermanos junto con la Capilla. Tiempo después, el Estado prometió entregar el dinero para la reconstrucción de la casa anterior con el fin de que la escuela siga funcionando. Pero el Gobernador de la provincia estableció una escuela laica con el objetivo de recibir a 300 niños, y un nuevo intento de cierre no se hizo esperar, así como otro impedimento de las autoridades locales para que esto no sucediera. 

Las aulas fueron instaladas por los Reverendos Padres Oblatos, provisionalmente al costado de la Iglesia, esperando a ser transferidos al nuevo local en construcción. La obra estuvo terminada con ocho salones de clases para el nuevo año escolar de 1903. 

Lo preocupante era que cada año existía una mayor demanda de alumnos y los Hermanos se vieron obligados a pedir a la Municipalidad, no sólo la contratación de nuevos profesores, sino también la urgencia de agrandar el local. Luego de continuos arrendamientos y cambios constantes hacia diferentes casas, el local final fue entregado y dotado de materiales y mobiliarios, aunque debido a la numerosa cantidad de niños que había en el establecimiento, los Hermanos se vieron obligados a enviar a 140 estudiantes a la institución de la ciudad de Cuenca, pero poco tiempo después, las autoridades locales decidieron abrir una clase más para recuperar a los niños que fueron trasladados. 

Colegio Julio María Matovelle

Continuando con la obra educativa lasallista, en el año de 1968 el Hermano Fernando Neira Crespo, azogueño de nacimiento, es nombrado Director de la Comunidad de los Hermanos de Azogues. Acto seguido, durante una celebración en el Colegio Hermano Miguel de Cuenca, dicho Hermano decide presentarle la propuesta a Monseñor Gabriel Díaz Cueva, de fundar un colegio en la ciudad de Azogues.

Teniendo en cuenta los gastos y las dificultades que conllevaban el mantenimiento de un establecimiento educativo tan grande, luego de varias reuniones y contratiempos, el Hermano Luis Andrade, Visitador Provincial de ese entonces, entregó el primer proyecto de lo que el 13 de septiembre de 1969, sería el Colegio Julio María Matovelle, nombre otorgado en honor al fundador de la Escuela Purísimo Corazón de María. Enseguida, el Hno. Fernando Neira fue nombrado como el primer Rector del colegio, quien junto con el Hermano Ignacio Neira Urgilés, llevaron adelante una importante labor educativa no sólo dentro de la ciudad sino en todo el Ecuador. 

Al cabo de unos cuantos años, los problemas volvieron a surgir a raíz de la carga económica que hizo que Monseñor Díaz Cueva, se deslindara del colegio. El Hno. Fernando Neira acudió en repetidas ocasiones al Ministerio de Educación para tratar de solucionar la crítica situación económica del plantel, sin dejar de expresar un gratísimo sentimiento hacia los docentes, quienes siendo conocedores de la deficiente economía por la que atravesaban, decidieron colaborar gratuitamente. 

Una vez subió de Visitador el Hermano Luis Lazo de Cuenca, el Rector le pidió que el colegio sea finalmente adoptado por los Hermanos Cristianos, situación que fue acogida favorablemente con la única condición de que se sanearan las cuentas, al menos del Seguro Social de los maestros.